miércoles, 28 de mayo de 2025

EL GOBIERNO "LIBERTARIO": ¿CAMBIO HISTÓRICO O NUEVA FRUSTRACIÓN? POR LAZARILLO, DEL 25-5-2025

 El gobierno “libertario”

¿Cambio histórico o nueva frustración?

 

Lazarillo

25/5/2025

 

 

Índice

 

I.- Introducción. 2

II.- ¿Un plan económico dirigista o liberal?. 2

1) ¿Cómo piensa el equipo económico del gobierno?. 2

2) La (necesaria) devaluación. 3

3) La restricción de la oferta monetaria (deflación) 3

4) El ajuste fiscal y el superávit fiscal primario. 4

5) El costo financiero directo de subsidiar el tipo de cambio. 5

IV.- Las consecuencias económicas del programa “libertario”. 6

1) Los efectos de la sobrevaluación del tipo de cambio sobre la economía real 6

2) La grieta entre los liberales de la economía real y los liberales - financieros. 8

V.- ¿El liberalismo político es parte del problema?. 9

1) La organización política liberal del Estado argentino. 9

2) El hiper-presidencialismo tributario de facto. 10

3) El abuso del poder tributario. 10

4) El liberalismo político y el ejercicio del poder presidencial 11

5) ¿Las formas atentan contra la libertad de expresión?. 12

VI.- Conclusión. 13

1) El descalabro económico no tiene ideología. 13

2) ¿La crisis requiere delegar más poder en el Ejecutivo?. 13

3) ¿Está capacitado Milei para llevar adelante la transformación que el país necesita?. 14

4) ¿Por qué todavía tiene apoyo el gobierno?. 14

5) ¿Qué debemos esperar? ¿Por qué causa debemos luchar?. 15

 

 

 

 

 

 

 

I.- Introducción

 

Los encendidos discursos del Presidente Milei en defensa de la libertad individual y la propiedad privada fueron música para los oídos de empresarios, políticos y académicos liberales del mundo entero, cansados del estatismo asfixiante y la pesada burocracia estatal de la social-democracia occidental.

 

Sus ideas fueron bien recibidas por las clases altas, medias y bajas de la República Argentina, castigadas por los altos impuestos y un crónico estancamiento económico de más de una década. En noviembre de 2023 fue elegido como Presidente de la nación prometiendo terminar con el estatismo. Su lema: “¡Viva la libertad, carajo!”.

 

A diferencia de otros países de América Latina, en la Argentina la clase media es amplia mayoría. La nación expresó en las urnas que quería trabajar y producir en libertad y rechazó la idea del Estado (omni)presente que asfixia la iniciativa privada. Se abrió un tiempo de esperanza que, a medida que fue transcurriendo el tiempo, se fue convirtiendo en desencanto para muchos de sus primeros entusiastas.

 

Una parte importante de la sociedad que cree, sin embargo, que los sacrificios de hoy son necesarios para la prosperidad de mañana. ¿Es necesario aguantar y persistir o se ha tomado el camino equivocado?

 

 

II.- ¿Un plan económico dirigista o liberal?

 

1) ¿Cómo piensa el equipo económico del gobierno?

 

El nuevo gobierno designó un equipo económico de ex funcionarios macristas con antecedentes intervencionistas y pocas credenciales liberales. Los economistas del gobierno piensan así:

 

Si la inflación está causada por el exceso de pesos de la economía, entonces el Banco Central puede absorber esos pesos emitiendo títulos de deuda. El Estado toma los pesos del mercado y promete devolver esos pesos, con un interés, en el futuro. Para que el mercado entregue sus pesos, la tasa de interés debe ser atractiva. Si el tipo de cambio se mantiene relativamente estable, entonces ese interés obtenido en pesos es equivalente a un interés en dólares. Los operadores financieros venden los dólares y compran pesos, los prestan al Estado a cambio de una jugosa tasa de interés, y luego cobran los pesos con sus intereses y los convierten nuevamente a dólares (fuga de divisas), cerrando el ciclo de acarreo de intereses con cambio de monedas (carry trade).

 

Piensan que el plan fracasó durante la gestión de Macri porque se abrió muy tempranamente el cepo cambiario y porque no se pudo controlar el déficit fiscal. Por lo tanto, ahora, prueban lo contrario. Si se mantiene el cepo cambiario, entonces no hay tanta presión sobre el dólar porque está limitada la compra de dólares. Y, si se controla el déficit fiscal, no hay necesidad de emitir pesos para cubrir el gasto público. De esta manera, se asegura que el tipo de cambio permanezca estable y la aspiradora de pesos del carry trade funcione.

 

¿Cuáles fueron, entonces, las medidas económicas principales del gobierno?

 

2) La (necesaria) devaluación

 

En diciembre de 2023 el dólar oficial estaba a $ 380 pesos mientras que el dólar libre había trepado por encima de los $ 1.000 pesos. Esta brecha de más del doble desalentaba brutalmente las exportaciones y alentaba en la misma medida las importaciones y el turismo en el extranjero, para las cuales el Banco Central debía proporcionar las divisas mediante un sistema de racionamiento. Como las reservas del banco central estaban agotadas, el nuevo gobierno fijó el tipo de cambio en $ 800 por dólar (devaluación), haciendo más caras las importaciones y más atractivas las exportaciones. Se licuaron los pasivos en pesos convertibles a dólar oficial,

 

Por otro lado, el gobierno apretó inicialmente aún más los grilletes del ya cerrado sistema de racionamiento de importaciones mediante un incremento de los impuestos a las importaciones y un diferimiento obligatorio de los pagos de divisas para el comercio exterior a los importadores, que con el paso del tiempo fue abriendo cada vez más.

 

El resultado de la (mega) devaluación del dólar oficial fue la suba, en moneda nacional, de todos los precios con componente importado, con un fuerte impacto inflacionario. Pero, ¿por qué subieron también los precios en dólares?

 

3) La restricción de la oferta monetaria (deflación)

 

Para controlar el efecto inflacionario, el gobierno buscó reducir el excedente monetario de pesos pagando (altísimas) tasas de interés por los pesos (política monetaria). Eran tasas nominalmente en pesos, pero realmente en dólares por el tipo de cambio fijo establecido por el gobierno. Un negocio ruinoso para las arcas públicas. Para que el carry trade funcione el gobierno hizo tres cosas:

 

a) Mantenimiento del cepo cambiario: Mantuvo las restricciones para la compra de divisas de las empresas que solicitaban dólares para girar utilidades o devolver préstamos al exterior (cepo cambiario), y redujo la presión sobre el Banco Central canjeando las letras de deuda de ese organismo (LELIQ) por deuda en dólares del tesoro de más largo plazo. De esta forma, mantuvo un férreo control del tipo de cambio financiero que surge del dólar Bolsa de Valores o Mercado Electrónico de Pagos (Dólar MEP) y de las operaciones de bonos de pago contado con liquidación en el extranjero (Dólar CCL).

 

b) Subsidio del tipo de cambio con tasa de interés: Se comprometió a mantener el tipo de cambio oficial fijo con una devaluación programada (tablita o crawling peg) del 2% primero y del 1% después, por debajo de la tasa de inflación, lo que produjo un importante atraso cambiario. Para que el mercado no demande dólares, intervino en el mercado cambiario ofreciendo  pagar por los pesos una elevada tasa de interés del 40% (y hasta el 80% a comienzos del 2024) anual en dólares. ¿Hay algún negocio genuino que ofrezca esas tasas?

 

c) Aumento de la deuda: Se endeudó lo máximo que pudo para garantizar el abastecimiento de dólares. En 2024 la deuda del Estado Nacional creció en aproximadamente US$ 100.000 millones: ¡casi un 20% del PBI! En 2025, además de la deuda doméstica de política monetaria, se endeudó con el Fondo Monetario Internacional (US$ 20.000 MM) y con otros organismos multilaterales. El precio a pagar para salvar la reputación del Fondo fue disimular que se levantaba el cepo cambiario y que se dejaba flotar la moneda libremente. El cepo se levantó solo para las personas físicas (que tienen una capacidad de compra muy limitada). La flotación (sucia) entre bandas que se estableció no impidió que el gobierno intervenga el precio del dólar mediante emisión de títulos de deuda en pesos (política monetaria) y operaciones de venta de dólares a futuro.

 

El resultado fue la relativa escasez de pesos en relación a los dólares, producida por la intervención directa del Estado en el mercado de cambios. Los operadores financieros vendieron sus dólares para comprar pesos y hacer carry trade con la nueva deuda que contraía el Estado argentino. El dólar pasó a estar artificialmente (muy) barato.

 

4) El ajuste fiscal y el superávit fiscal primario

 

El gobierno de Fernández – Kirchner también había ofrecido tasas altísimas en pesos. Pero,  la emisión de pesos necesaria para financiar el gasto público hacía insostenible el tipo de cambio. Si no se garantiza que el tipo de cambio se mantenga estable, el carry trade se desarma. Esos pesos excedentes se traducen en inflación reprimida. En algún momento los operadores financieros buscan convertir sus pesos en dólares y ahí ¡boom! Era el problema que teníamos en diciembre de 2023 con las LELIQ, que eran letras (deuda) del Banco Central (déficit cuasi-fiscal) que implicaban una explosiva emisión monetaria potencial.

 

Por lo tanto, el gobierno aplicó un plan motosierra para bajar drásticamente el gasto público. Paralizó casi todas las inversiones en obra pública e infraestructura, redujo las partidas presupuestarias destinadas a salud y educación, eliminó los subsidios a la energía y al transporte, congeló las jubilaciones y redujo los salarios públicos y el personal del Estado. Lo único que se salvó de la motosierra fueron los planes de ayuda social (¿clientelismo?).

 

Al mismo tiempo, aumentó los impuestos (algunos de los cuales luego fue reduciendo). Por ejemplo: (i) subió los impuestos al uso de divisas en el exterior (el impuesto PAIS pasó del 7,5% al 17% antes de ser eliminado a fines de 2024), (ii) los impuestos a los consumos en dólares con tarjetas de crédito (el dólar tarjeta pasó a estar muy por encima del dólar libre), (iii) incrementó los derechos de exportación (especialmente del agro), (iv) subió las tarifas de servicios públicos (electricidad, gas, agua, transporte, salud), y (v) reestableció el impuesto a las ganancias sobre los salarios de los trabajadores con retención automática por parte de los empleadores (un impuesto que se había eliminado durante el gobierno de Fernandez – Kirchner con el voto positivo del diputado Milei).

 

De forma similar a casi todos los gobiernos anteriores, aprobó una moratoria o perdón tributario destinada a incrementar la recaudación fiscal que preveía reducciones en el impuesto a los bienes personales y otros impuestos para aquellos que reconozcan deudas tributarias y acepten pagar en adelante.

 

La propaganda oficial dice que el gobierno bajó el gasto público. Es una verdad a medias. Es cierto que hubo ahorros importantes porque se eliminaron subsidios a las tarifas de servicios públicos, se redujo la planta de personal del Estado, se paralizaron las obras públicas y no se actualizaron por inflación (120% según fuentes oficiales) las partidas presupuestarias para salud, educación y jubilaciones. Sin embargo, se olvidan de contabilizar que los gastos de mantenimiento y amortización de infraestructura son necesarios para mantener el stock de capital de las obras y servicios públicos. Si no se repavimentan las rutas o mantiene la infraestructura de los hospitales y ferrocarriles, en realidad no se está ahorrando sino que se está consumiendo capital.

 

Además, muchos gastos que antes asumía el Estado, como los gastos en publicidad oficial, fueron trasladados desde la contabilidad de la Administración Pública Nacional a las empresas del Estado (YPF, Banco Nación, Aerolíneas Argentinas, etc.) desde donde se manejan de una forma mucho más opaca y discrecional. El ahorro del gasto estatal es mucho menor que el que se suele indicar.

 

De todas formas, el problema de eliminar o reducir las prestaciones del Estado y mantener los impuestos es que eso equivale, en la práctica, a un incremento de la presión tributaria. Se paga en impuestos lo mismo que antes, pero ahora no se recibe nada a cambio, ni salud ni educación ni servicios públicos subsidiados. Vayan a Suecia a decir que van a hacer una reforma liberal y el Estado se desentiende de la salud, la educación, el transporte y las jubilaciones, pero tienen que seguir pagando impuestos suecos. Eso no es liberalismo. Es una tomadura de pelo. Somos liberales, pero no nos traten de tontos.

 

5) El costo financiero directo de subsidiar el tipo de cambio

 

Si se contabiliza el gasto público financiero usado para endeudar (brutalmente) al Estado y “pisar” el dólar, ha habido un aumento del gasto público y no una reducción. El gasto financiero es el gasto más importante del Estado y se ha incrementado exponencialmente, mucho más que los moderados ahorros en otras áreas del Estado. Para secar la plaza de pesos con su política monetaria el Estado ha generado un stock de deuda de más de 200 billones de pesos (el equivalente a US$ 170.000 MM) que va renovando todo el tiempo y sobre los cuales paga al sector financiero algo menos del 40% anual (más del 2,5% mensual en promedio). Son US$ 4.675 MM de intereses. ¡Más de US$ 150 MM por día! (una cuenta que le gusta hacer a Maslatón). Y más de US$ 55.000 MM por año a tipo de cambio actual, solo de intereses de política monetaria. La deuda en dólares (usada también para pisar el tipo de cambio) asciende, por su parte, a más de US$ 250.000 MM aproximadamente y paga intereses por US$ 10.000 MM anuales. De manera que el Estado está pagando US$ 65.000 MM por año al sector financiero solo para subsidiar el tipo de cambio. Si estimamos que la Argentina tiene un PBI de US$ 600.000 MM, entonces a este tipo de cambio el déficit (financiero) es de más del 10% del PBI (Graziano).

 

Para tener una idea de proporciones, la Argentina tiene un gasto público de alrededor del 40% - 50% del PBI. Son US$ 250.000 MM aproximadamente, de los cuales la mitad es gasto del Estado Nacional y la otra mitad de los estados provinciales. De los US$ 125.000 MM que normalmente gasta el Estado Nacional, se gastan en administración de justicia US$ 2.000 MM, en defensa y seguridad US$ 5.000 MM, administración general del Estado US$ 5.000 MM, educación US$ 5.000 MM, salud US$ 15.000 MM, subsidios a la energía y transporte US$ 5.000 MM cada uno. El gasto más importante son las jubilaciones y el sistema de previsión social: US$ 55.000 MM.

 

Si el Estado Nacional redujo todos los gastos ordinarios del Estado, ¿a dónde van todos los impuestos entonces? Todos a subsidiar el tipo de cambio. ¡Viva la patria financiera, carajo! La mitad del presupuesto nacional es el costo financiero (oculto) de subsidiar el dólar.

 

Del costo económico nos ocupamos debajo.

 

IV.- Las consecuencias económicas del programa “libertario”

 

1) Los efectos de la sobrevaluación del tipo de cambio sobre la economía real

 

Keynes adquirió notoriedad pública con su ensayo sobre “Las consecuencias económicas de la paz” (1919), en el que analizaba la insostenibilidad de las condiciones económicas impuestas a Alemania en la paz de Versalles luego de la primera guerra mundial y los peligros que representaban. En otro famoso ensayo titulado “Las consecuencias económicas de Mr. Churchill” (1925) explica los problemas de la sobrevaluación de la libra esterlina:

 

La política de mejorar el valor cambiario de la libra esterlina hasta su valor en oro de preguerra, desde un 10% inferior, significa que, siempre que vendamos algo al extranjero, el comprador extranjero debe pagar un 10% más en su moneda o nosotros debemos aceptar un 10% menos en la nuestra. Es decir, debemos reducir nuestros precios en libras esterlinas, ya sea para el carbón, el hierro, los fletes marítimos o lo que sea, en un 10% para mantenernos competitivos, a menos que los precios suban en otros mercados. Por lo tanto, la política de mejorar el tipo de cambio en un 10% implica una reducción del 10% en los ingresos en libras esterlinas de nuestras industrias exportadoras.

 

Ahora bien, si estas industrias descubrieran que sus gastos en salarios, transporte, tarifas y demás disminuyeran un 10% al mismo tiempo, podrían permitirse recortar sus precios y no estarían en peor situación que antes. Pero, por supuesto, esto no sucede. Dado que utilizan, y sus empleados consumen, todo tipo de artículos de producción nacional, les resulta imposible reducir sus precios en un 10%, a menos que los salarios y gastos en las industrias nacionales en general hayan disminuido un 10%. Mientras tanto, las industrias exportadoras más débiles se encuentran en bancarrota. A falta de una caída en el valor del oro, nada puede recuperar su posición excepto una caída general de todos los precios y salarios internos. Así, la política del Sr. Churchill de mejorar el tipo de cambio en un 10% fue, tarde o temprano, una política de reducción de los salarios de todos.

 

El tipo de cambio indica la relación entre el valor de los activos locales y los activos del exterior. El efecto de la sobrevaluación del peso es que los precios, expresados en pesos, de todos los activos argentinos quedan excesivamente caros internacionalmente (en relación al dólar). Un café de $ 4.000 pesos son US$ 2 a un tipo de cambio de dos mil y US$ 4 a un tipo de cambio de mil. La sobrevaluación cambiaria detiene la inflación en pesos, pero al costo de producir un aumento desmesurado de los precios medidos en dólares, que deberán readecuarse. El costo de vida se dispara a niveles insostenibles. La Argentina se vuelve cara y ninguna actividad productiva es negocio en el país. Hay que cerrar las tranqueras de los campos y las puertas de las fábricas para dedicarse a la importación y los servicios (financieros)… mientras duren los dólares del gobierno.

 

Si se aprecia la moneda local, se alientan las importaciones mientras sufren los exportadores que tienen que pagar costos más altos en moneda internacional. Pero, con menos exportaciones (o ingresos genuinos de capital) hay menos divisas para importar.  Entonces, el Estado pone la diferencia con sus reservas (déficit de balanza de pagos). Los sectores vinculados a la exportación pierden rentabilidad, despiden personal, entran en crisis. Los sectores dedicados al comercio interno también enfrentan una suba de sus costos y pierden contra la competencia extranjera. Los recursos humanos y el capital ya no pueden asignarse a los proyectos que han dejado de ser rentables. Hay despidos, quiebras de empresas, desocupación. La recesión genera, finalmente, la baja de los costos internos hasta volver a equilibrar el valor de los activos locales con los extranjeros. Un proceso largo, doloroso, ineficiente e inútil.

 

La situación se agrava aún más si el Estado desalienta la inversión y absorbe todo el ahorro público con altas tasas de interés en concepto de política monetaria. Es imposible acceder al crédito a tasas razonables o conseguir capital para un emprendimiento productivo cuando el Estado paga el equivalente al 40% anual en dólares (una cifra que durante un tiempo fue del 80%).

 

Para que los precios bajen (deflación), el gobierno busca desregular la economía, abrir las importaciones y flexibilizar el mercado laboral. Esa es la tarea del Ministro Sturzenegger. Iguales medidas  que las que intentó el gobierno de la Rúa en 2001. “Blindaje” del FMI, flexibilización laboral, recortes del gasto público, apertura económica y desregulación para mejorar la competitividad de la economía. Son reformas buenas per se. Pero, en un contexto de sobrevaluación cambiaria y deflación inducida por el Estado eso nunca alcanza. Los precios y salarios son inflexibles a la baja. La economía real se destruye. Peor todavía, si para mantener “pisado” el dólar sin dañar el equilibrio fiscal se suben impuestos a la producción, como hizo de la Rúa y como hizo este gobierno.

 

A una conclusión similar llega von Mises cuando explica en su tratado de economía “La Acción Humana” (1949) que “Los ejemplos más conspicuos de este tipo de intervencionismos los brinda Gran Bretaña al finalizar las guerras napoleónicas y, otra vez, después de la Primera Guerra Mundial. En ambos casos, los gobernantes ingleses, concluidas las hostilidades, mediante una política deflacionaria, pretendieron volver a la paridad que la libra esterlina tenía respecto al oro antes del conflicto… Las autoridades inglesas fueron víctimas del error de suponer que los daños de la inflación podían compensarse mediante la deflación… Se vieron favorecidos los acreedores, y en especial los tenedores de deuda pública, a costa de los contribuyentes.

 

Podemos ver que en este punto no hay oposición entre ortodoxos y heterodoxos, entre liberales clásicos y keynesianos: sobrevaluar la moneda local es un crimen de lesa economía: es lisa y llanamente mala praxis. Cualquier parecido con la realidad argentina es pura coincidencia. Ya lo vivimos con Martinez de Hoz (1979 - 1981) y con Menem, Cavallo y de la Rúa (1992-2001). Cavallo se dio cuenta del problema en su momento y quiso devaluar con una canasta de monedas. Pero ya era tarde. Con Macri (2016-18) sucedió lo mismo. De poco sirve desregular los precios de los peluqueros, de los chocolates o de los celulares si se mantiene un control soviético sobre el tipo de cambio y la tasa de interés, que son –como dice Conesa- los precios más importantes de la macroeconomía. Son cada vez más los economistas que alertan sobre los problemas de la sobrevaluación cambiaria (Conesa, Cavallo, Terragno, Rodríguez, Cachanosky, Fernández, Nogués, Speroni, Pitté Fletcher, Maslatón, Cottani, etc.)

 

2) La grieta entre los liberales de la economía real y los liberales - financieros

 

Hay una grieta insalvable entre los liberales de la producción y la economía real (¿liberales desarrollistas?) y los “liberales – financieros”. Estos últimos no son verdaderos liberales. Defienden a los proveedores financieros del Estado que abogan por la libertad para llevarse el capital que le sacan al Estado. No tienen empacho en pedir que se paralicen las obras públicas o que se pague miserias a maestros, médicos, jubilados, jueces y personal civil de la nación porque “hay que bajar el gasto público”. Tampoco se ponen colorados si hay que pedir que suban los impuestos al campo o las tarifas de servicios públicos a la clase media “porque hay que equilibrar las cuentas públicas”. El Estado puede defaultear todas sus obligaciones con la sociedad: obras y servicios públicos, salud, educación, jubilaciones, etc. Todo, con tal que haya suficientes recursos para pagar la deuda que ellos mismos proveen al Estado a tasas usurarias que avergonzarían al mismo Shylock del “Mercader de Venecia”, además, exentas de impuesto a las ganancias. Si eso es el liberalismo, entonces tienen razón los que dicen que el liberalismo es pecado.

 

¿Cuántos hospitales, escuelas, caminos, ferrocarriles podrían haberse hecho con la plata que se destina hoy a financiar el carry trade? Con la obra pública, los políticos roban, no hay duda. Pero, por lo menos, algo queda. Del gasto financiero no queda ni el olor. Desde este punto de vista, tienen razón los anti-liberales que se quejan de la “fuga de capitales”. El problema no es que los inversores genuinos se lleven sus dólares o repatríen sus inversiones. El problema es que se roban los recursos de los contribuyentes luego de saquear al Estado con el carry trade. A los “liberales - financieros” eso no les parece mal, como no tampoco les pareció mal aprovechar y pagar puntillosamente las escandalosas operaciones de dólar futuro que usó el kirchnerismo para subsidiar el dólar antes del triunfo de Macri en 2015. Su mentalidad está preparada para ganar plata, no para pensar en el bien común. Para ellos, las deudas (financieras) son las únicas que hay que cumplir a rajatabla, aunque se trate de una mega estafa al Estado.

 

El (ultra-liberal) premio nobel de economía James Buchanan, decía que hay deudas y deudas. La deuda pública que no se contrae para hacer obras duraderas (intergeneracionales) es inmoral porque carga a las generaciones futuras el peso de una deuda en la que no tienen voz ni parte y cuyos beneficios nunca verán. Era lo mismo que decía Milei antes de ser Presidente. Hoy, estaría en el grupo de los “liber-tarados”, igual que su anterior ídolo intelectual, el anarquista capitalista Hoppe, y tantos otros que son hoy críticos de sus políticas de gobierno.

 

Todo el campo, la industria nacional y la clase media pagando la fiesta de la patria financiera. Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

 

V.- ¿El liberalismo político es parte del problema?

 

1) La organización política liberal del Estado argentino

 

El liberalismo político es esencialmente gobierno limitado. Tiene sus raíces en la república romana, la Carta Magna de 1215, los fueros y estatutos medievales, la carta de derechos inglesa de 1688, la Declaración de Independencia de los EEUU de 1776 y la Constitución de Filadelfia de 1787, la Declaración de Derechos del Hombre de 1791 con la Revolución Francesa y la constitución de Cádiz de 1812.

 

En la Argentina se plasmó con la Constitución liberal de 1853 – 60 que estableció una república representativa y federal con división de poderes, declaraciones de derechos y garantías, estados provinciales y municipios con autonomía (federalismo) y un sistema económico y rentístico liberal. La Revolución de Estados Unidos se organizó bajo el lema “no taxation without representation”. La corona no puede establecer impuestos, al té ni de ninguna otra clase, sin representación de las colonias en el Parlamento inglés. Por eso, tanto en EEUU como en Argentina el Poder Ejecutivo no puede establecer impuestos. Solamente son lícitos los impuestos si son establecidos por una ley del Congreso. Es uno de los principios más elementales de la división de poderes.

 

Nuestra Constitución establece, en este sentido, en el art. 75 que: “Corresponde al Congreso: 1) Legislar en materia aduanera. Establecer los derechos de importación y exportación... 2) Imponer contribuciones indirectas como facultad concurrente con las provincias. Imponer contribuciones directas, por tiempo determinado… 4) Contraer empréstitos sobre el crédito de la Nación… 7) Arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.”

 

Para evitar cualquier tipo de dudas, la constitución argentina agrega un artículo que la Constitución de EEUU no tiene y que surge de su propia experiencia histórica: “Art. 29.- El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria.

 

2) El hiper-presidencialismo tributario de facto

 

A pesar del texto expreso de la Constitución Nacional, en Argentina el Presidente concentra un poder casi absoluto en materia tributaria y rentística. El Ministro de Economía establece y modifica a piacere los derechos de exportación y los aranceles de importación.

 

El presidente del Banco Central,  designado provisoriamente en comisión por el Presidente -sin el acuerdo del Senado que exige su Carta Orgánica- establece mediante la obligación de liquidar divisas el tipo de cambio que reconocerá a los exportadores por los dólares que reciban en pago por sus mercaderías. Puede ser el que fije oficialmente según su parecer, un mix con el financiero (blend) o cualquier tipo de cambio que se le cante. Y, en qué plazos deben depositarlos en el Banco Central. Una confiscación lisa y llana.

 

El titular de la Agencia de Recaudación designado por el Ministro de Economía, por su parte, establece discrecionalmente retenciones, anticipos y percepciones de impuestos por medio de resoluciones que, en la práctica, operan como impuestos creados ex novo por el funcionario. El Presidente también establece por decreto exenciones a los impuestos generales creados por el Congreso y las elimina, lo que en la práctica equivale a aplicarlos discrecionalmente.

 

Puede asumir facultades legislativas en caso de emergencia con el aval de una sola cámara del Congreso. Si ambas cámaras no rechazan un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), se mantiene vigente dice la inconstitucional ley que reglamenta los DNU.

 

Todo eso es absolutamente inconstitucional y contrario al liberalismo político y tiene larga data. No es de este gobierno. Era esperable que un gobierno genuinamente liberal lo revirtiera. ¿Lo hizo?

 

3) El abuso del poder tributario

 

El Presidente mantuvo todos esos privilegios anti-liberales, anti-republicanos e inconstitucionales. En el Congreso estaba la (¿maldita?) casta. ¿Usó entonces esas facultades tributarias de facto para eliminar impuestos y darle más libertad a la población?

 

Aunque parezca mentira, no. Las uso principalmente para ¡subir impuestos y contraer deuda! Sí, subió los derechos de exportación y demás impuestos por simple resolución ministerial. (Cristina Kirchner fue más republicana cuando sometió al Congreso el incremento de los derechos de exportación al campo de la Resolución 125/2008). La deuda interna la contrae directamente el Banco Central o el Tesoro, y la deuda con el FMI se aprobó por DNU, omitiendo olímpicamente su aprobación por el Congreso, que es lo que corresponde por la Constitución (un procedimiento que, sin embargo, cumplió el anti-republicano gobierno kirchnerista). El gobierno ha usado su poder para amenazar empresarios con cambios discrecionales de políticas impositivas si no liquidan divisas o no proceden como el gobierno espera.

 

Como si todo eso fuera poco, el gobierno libertario administra los recursos públicos sin que el Congreso haya aprobado una ley de presupuesto, que es la ley de leyes, decía Alberdi. Según nuestra constitución, el Congreso establece los gastos y los impuestos con los que se financiarán esos gastos (art. 75 inc 8), y el Poder Ejecutivo solo los ejecuta (administra). En EEUU, sin presupuesto, el gobierno se paraliza. En Argentina, no tener presupuesto es un cheque en blanco que le permite al Presidente disponer de los recursos públicos, como si fuera un emperador.

 

Recién a comienzos de 2025, y luego de haber contraído una deuda de US$ 20.000 MM con el FMI, el gobierno se dispuso a bajar algunas de las “retenciones” que antes había subido y a facilitar las importaciones de algunas mercancías reduciendo aranceles de industrias “protegidas”. Pero, la verdadera “protección” no está en los aranceles sino en las medidas anti-dumping que dependen de la Secretaría de Comercio.

 

4) El liberalismo político y el ejercicio del poder presidencial

 

Al principio el gobierno formó equipo con algunos liberales que no tardaron en ser desplazados por la casta más rancia (¿y corrupta?) de la Argentina. Empresarios y políticos siniestros que hasta ayer nomás eran kirchneristas furiosos y advenedizos de todo tipo han desplazado a la gente proba del Estado y lo ha colonizado con militantes fanáticos, inútiles e inescrupulosos de todos los colores. Sí, es así aunque usted no lo crea. Solo hay que rascar un poco debajo de la superficie. Ejemplos sobran. Todos nuevos conversos a la Fe libertaria. Por supuesto, también hay gente buena en el gobierno. Son minoría. En esto, el kirchnerismo era similar. Pero, esto no es una competencia entre Frankestein y Drácula para ver quien es peor.

 

Apenas asumió, el Presidente pretendió hacer reformas (¿liberales?) por decreto apelando a una situación de emergencia que hacía imposible pasar por el Congreso. Lamentablemente, el DNU 70/23 estaba plagado de defectos legales y no contenía muchas reformas estructurales. No era ni la sombra del Decreto 2284/91 que permitió hacer las reformas liberales en los 90’. ¿Era realmente una emergencia pública que no podía seguir el trámite ordinario de las leyes convertir los clubes de fútbol en sociedades anónimas o eliminar toda mención a la moral y las buenas costumbres del Código Civil? Finalmente, solicitó al Congreso la aprobación de la “Ley Bases”, que declara la emergencia pública y delega facultades al Poder Ejecutivo (art. 76 CN) por un año para reformar el Estado y privatizar empresas públicas. Pero, hasta ahora, muy poco se ha hecho. Eliminación de multas por empleo no registrado, reforma de la ley de alquileres, despidos (¿arbitrarios?) de personal estatal, reorganización de dependencias administrativas (típicas de cualquier gobierno nuevo) y casi nada más. Pese a los múltiples anuncios, no se han privatizado empresas públicas ni se ha tocado la casta sindical. Tampoco se ha reformado el sistema laboral, el sistema tributario ni el (soviético) control de cambios ni se ha alivianado el peso del Estado para la enorme mayoría de las actividades económicas. Mucho ruido y pocas nueces.

 

Lo más destacable es, quizás, que creó un régimen de incentivos fiscales para las grandes inversiones (RIGI) que sean aprobadas por el Poder Ejecutivo. Tal y como fue aprobado no solamente es fuente (potencial) de corrupción, sino que representa una desigualdad ante la ley que favorece a los poderosos y deja en desventaja a los emprendedores, a los pequeños y medianos empresarios. En la Cuba de Fidel Castro los grandes inversores de las cadenas hoteleras para el turismo internacional también tenían un trato especial. El problema no son los inversores extranjeros sino la falta de libertades económicas de la población local.

 

Finalmente, el Presidente aprovechó el receso del Senado para nombrar por decreto dos jueces (de un total de cinco) en la Corte Suprema, empleando un subterfugio legal para saltear el acuerdo del Senado que exige la constitución. ¿Imaginan si esto lo hubiera hecho el gobierno kirchnerista? La doble vara nuevamente.

 

A los pseudo “liberales – financieros” siempre les importaron un comino las instituciones republicanas de gobierno. Madison decía que “si los hombres fueran ángeles, no harían falta los gobiernos”. Ni las constituciones. Los libertarios del gobierno creen que son los representantes en la tierra de “las fuerzas del cielo”. No creen en la República. Creen en un mesías, un salvador que reclama el poder absoluto. Pero, no es como los demás: va a usar la suma del poder público para luchar contra la casta y hacer el bien. ¡Que raro! Nunca antes habíamos escuchado ese argumento de un dictador…

 

5) ¿Las formas atentan contra la libertad de expresión?

 

Lord Acton decía que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.  Pero, parece que los liberales que defienden el gobierno limitado también son “libertarados”, según la expresión del Presidente. El liberalismo es poder absoluto y obediencia al líder supremo nos dicen los profetas del odio que se autodenominan “las fuerzas del cielo” y comandan las camisas pardas digitales del siglo 21. Son los mazorqueros del nuevo Restaurador Supremo de la Libertad (todos pagados con fondos públicos). Vienen a destruir a los “kukas”, pero los tienen gobernando. No están por ideología. Son simplemente inescrupulosos. Los libertarios se convirtieron en (o siempre fueron) lo que decían que venían a combatir. El poder muestra la verdadera naturaleza de las personas. Lo importante no son las formalidades republicanas sino el contenido. ¡Viva la revolución! Lo del gobierno limitado era para los demás. No para nosotros que somos los “buenos”. No sean “ñoños republicanos”, dice el Presidente.

 

Para el liberalismo (político) “los contenidos son las formas” (Zanotti). Las injurias que se profesan desde el atril presidencial contra la prensa y contra todo aquel que exprese la más mínima disidencia no son solo mala educación. Son una amenaza directa a la libertad de expresión en un país donde el Presidente es amo y señor de las fortunas de los argentinos. Por ejemplo, recientemente el Presidente eliminó la exención de IVA para la prensa (independiente), el nuevo enemigo público. Las injurias (insultos) están castigadas en nuestro derecho como delito penal y civil, justamente, para preservar la paz social y la vida civilizada. El honor de los argentinos no puede quedar a merced de gobierno o persona alguna. Aquellos que los formulan o consienten se convierten en infames traidores a la patria (art. 29 CN).

 

VI.- Conclusión

 

1) El descalabro económico no tiene ideología

 

El plan económico del gobierno no es solo anti-liberal. Es lisa y llanamente mala praxis económica ejecutada por financistas que solo saben cómo ganar plata y que jamás han estudiado las causas de la riqueza de las naciones. El saqueo a las arcas del Estado bajo las reglas de juego de los “liberales - financieros” es gigantesco. Se ha reemplazado la casta de los contratistas de obra pública por la casta financiera. Se ha dejado de subsidiar las tarifas de electricidad, energía, transporte y obras públicas para subsidiar a los proveedores de deuda estatal. Una economía de casino y timba. Un enorme esquema Ponzi de carry trade. La economía real, que venía ya muy castigada, está siendo demolida hasta sus cimientos. Si esto es “liberalismo”, entonces: ¡Liberalismo. Nunca más!

 

La crisis de la economía real es brutal y será cada vez mayor. La similitud con el 2001 será cada vez más notable. En 1999 Brasil –nuestro principal socio comercial- devaluó su moneda y con eso hizo insostenible la sobrevaluación cambiaria de la convertibilidad que se sostuvo contra viento y marea y terminó (inevitablemente) volando por los aires dos años después. En 2024 Brasil volvió a devaluar fuertemente su moneda. ¿Cuánto aguantará la sobrevaluación cambiaria esta vez?

 

2) ¿La crisis requiere delegar más poder en el Ejecutivo?

 

La razón de la crisis es el poder omnímodo y discrecional del Estado que este gobierno se ha encargado de agrandar y exaltar. La crisis que estamos viviendo y lo que vendrá es 100% generada por el Estado. Nada de esto ocurriría si las autoridades del Banco Central y del Ministerio de Economía tuvieran las manos atadas. El carry trade y la deuda son el cáncer de la Argentina. Sin deuda externa o interna no hay sobrevaluación cambiaria posible. El Poder Ejecutivo y sus ministros no pueden establecer impuestos por vía de tipo de cambio, derechos de exportación e importación o resoluciones de la autoridad fiscal, ni endeudarse en miles de millones de dólares sin ley del Congreso. ¿Quién invierte seriamente con tanta aleatoriedad? Si se cumple la Constitución, en pocos años tenemos otro país. Teléfono para el Poder Judicial.

 

El liberalismo no es literatura de ciencia ficción para discutir en una torre de marfil y recitar frases hechas. La libertad no es un premio que nos concede el líder al final del camino, una vez que haya curado todos los males sociales con dirigismo estatal, como si fuera la frutilla del postre (José Benegas). Marx y Engles también odiaban al Estado y eran anarquistas de largo plazo. Pero, mientras tanto, los soviets y la dictadura del proletariado. Para los liberales de verdad, la libertad bien entendida, es el camino, no la meta. Hay una grieta insalvable entre el liberalismo clásico y los (pesudo) libertarios, entre los liberales de la economía real y del gobierno limitado (liberales políticos) y los (pseudo) “liberales – financieros”.

 

3) ¿Está capacitado Milei para llevar adelante la transformación que el país necesita?

 

El Poder Ejecutivo en nuestro sistema constitucional es unipersonal. El Presidente tiene  una patología (¿psiquiátrica?) que afecta su capacidad de relacionarse con las personas y de trabajar ordenadamente. Es evidente para todo el mundo que tiene su afectividad dañada. La población lo votó porque proponía un cambio radical frente a un estatismo asfixiante. Eligió un Presidente que prometía eliminar desde el día uno todas las “retenciones” al campo (“las retenciones, afuera! ¿Todas? Sí, todas!”), bajar los impuestos drásticamente (“los impuestos son un robo”), eliminar la deuda estatal (“la deuda es inmoral”) y cerrar el Banco Central (fuente de infinita corrupción). Pero, Milei no era más que un panelista de TV, un fenómeno extravagante que se había aprendido de memoria el libreto libertario pero no lo había internalizado. Nunca administró nada en su vida. Ni siquiera pudo escribir artículos periodísticos o libros sin hacer plagio. Cuando salió (¿milagrosamente?) electo y se enfrentó al paciente tendido sobre la camilla, listo para la operación de cirugía mayor, no sabía qué hacer. Y, entonces lo llamó a Caputo. Y Caputo hizo finanzas, que es lo que él sabe hacer.

 

El Presidente se dedicó, entonces, a hablar con su perro en el más allá y a ser panelista, dando discursos libertarios por el mundo, mientras gobiernan otros. La política no le interesa. Es como novela de Robert Stevenson “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde” en la que el protagonista sufre un trastorno psiquiátrico disociativo de la personalidad (trastorno de personalidades múltiples). En la misma persona conviven el afable científico Dr. Henry Jekyll y el criminal Edward Hyde. Milei se cree que merece el Premio Nobel y que está llevando adelante una revolución libertaria que está cambiando el mundo. En cualquier momento, lo nombra a su perro “Conan” senador honoris causae, como -según Suetonio- quería hacer Calígula con su caballo “Incitiatus”. Mr. Hyde son Santiago Caputo (“el monje negro”) y su hermana (“el jefe”), que administran el poder con las mismas artes y vicios que los más oscuros operadores (¿y corruptos?) políticos. Es un trastorno triple de la personalidad. El “triángulo de hierro”. Los demás son meros oportunistas.

 

4) ¿Por qué todavía tiene apoyo el gobierno?

 

Algunos acompañan porque no quieren ver. Creen en los discursos de los políticos, que es como creer en las hadas. “¡Libertad, Cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!” (Madame Roland). Los hombres (de Estado) hablan por sus actos, no por sus discursos. Todos los tiranos de la historia han invocado siempre ideales nobles. Pero, las políticas de gobierno se juzgan por sus resultados, no por sus intenciones (Friedman).

 

Otros, apoyan por ignorancia. No saben economía ni derecho político y constitucional. Son como los familiares de un paciente grave a los que no les queda más remedio que escuchar lo que dice el médico a cargo y ser optimistas, aunque sean todas mentiras para cubrir la mala praxis.

 

Un grupo importante está por plata y negocios. Los grandes empresarios –en un país donde el Ministro de Economía puede hacer rico o fundir a cualquier empresa con una simple disposición administrativa- siempre aplaudieron al poder. Siempre lo han hecho y siempre lo harán. Antes de ayer eran kirchneristas rabiosos, ayer macristas convencidos y hoy mileistas enardecidos. Mañana serán los primeros en cantar a voz en cuello la olvidada frase del himno nacional “Se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación, coronada su sien de laureles, y a su planta rendido un León”. Nada nuevo hay bajo el sol.

 

Y, otros, finalmente, apoyan por ambición de poder o por simple vanidad. ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¡Qué bien conocía Tolkien la naturaleza humana! ¡Qué difícil es resistir el poder del anillo! (“El señor de los anillos”).

 

5) ¿Qué debemos esperar? ¿Por qué causa debemos luchar?

 

Al final, por la plata baila el mono. Follow the money”, dicen en inglés. Estamos hablando de un negocio de (por lo menos) US$ 60.000 MM por año que administra discrecionalmente el Ministro de Economía, que equivalente más o menos a la mitad del monto del presupuesto anual para gastos ordinarios del Estado Nacional. ¡Es mucha plata! Mientras haya dólares para sacarle al Estado, sostendrán al Presidente como sea. Pero, cuando estalle el esquema Ponzi del carry trade habrá que estar preparado para reconstruir la Argentina. El default de la deuda pública será tan inevitable como necesario.

 

Las masas culparán (equivocadamente) del desastre a la reforma del Estado, la apertura económica, la desregulación de la economía, la flexibilización laboral en lugar de responsabilizar al verdadero causante de la crisis que es el subsidio estatal al tipo de cambio y al sector financiero. Todos los últimos intentos de hacer reformas liberales en la Argentina han fracasado por lo mismo.

 

Se necesitará un líder equilibrado que sepa pacificar y construir consensos y que aplique las ideas del libre mercado sin descuidar las empresas ni los trabajadores sobrevaluando el tipo de cambio, porque detrás de las planillas excel hay gente de verdad, de carne y hueso, familias enteras que no deben sacrificarse en el altar de la “plata dulce” y la timba financiera. La Argentina necesita un “liberalismo desarrollista” que preste atención a la economía real y aliente el trabajo productivo. Un liberalismo de “escuela nacional” cuyo lema sea nunca más deuda, nunca más populismo cambiario, nunca más “salvadores” de la patria.

 

Solo necesitamos que se respete la Constitución Nacional.

 

domingo, 25 de mayo de 2025

NO, NO ES UNA SIMPLE CUESTIÓN DE BUENOS MODALES

 No, porque de lo que se trata es de evolucionar desde una democracia de facciones a una democracia constitucional madura, adulta, donde haya consensos suficientes y un pacto político suficiente como para comenzar la paz y la estabilidad que son condición para el desarrollo económico (Grondona, "El desarrollo político", 2011).

Los insultos y la división entre nosotros, los buenos, y ellos, los malos, es típico de la democracia de facciones y, en este sentido, de un populismo que requiere de la simbología del líder y sus adeptos, versus los malos y sus traidores.

Los argentinos parecemos no salir de esa democracia inmadura, de facciones, desde 1852 en adelante. 

Por ende el problema político que tenemos entre manos es mucho más grave que el de un "buen" gobierno con malos modales. 

Pero ya está. La mayoría de los liberales argentinos no parecen despuestos a debatir con calma sobre esta cuestión. Son economicistas: primero el desarrollo económico, y todo lo demás se dará por añadidura. Para colmo, cada vez que se intentó salió mal. Pero después.... Ah, nosotros no fuimos. 

No voy a insistir. Primero porque no soy nadie políticamente y que un don nadie insista es penoso. Segundo porque, como dijo mi padre, "... es lógico que el autor se formule a sí mismo este razonamiento: o bien sus ideas muy sensatas pero no son entendidas ni apreciadas por la sociedad en la cual le toca vivir, o bien sus ideas no tienen valor y por lo tanto la sociedad hace bien en dejarlas de lado. En cualquiera de ambas alternativas, lo mejor que puede hacer en el futuro, lo más elegante y lo más sensato para su propia salud mental y su equilibrio espiritual es callar, discretamente". 

AL PRINCIPIO CREÓ DIOS A PLATÓN Y A ARISTÓTELES (Cap. 1 de "La hermenéutica como el humano conocimiento"; Arjé, 2019).

 1.      Al principio…

…creó Dios a Platón y a Aristóteles. Platón dijo: lo verdaderamente real es la idea. Un caballo concreto existe porque participa en la idea de caballo, que es lo verdaderamente real.

Pero entonces vino Aristóteles y le dijo: no, Platonito, el eidos está en la cosa singular, como su naturaleza, pero esa naturaleza no se reduce a la cosa singular. Así, puedo predicar, mediante un concepto universal, la naturaleza “caballo” de muchos caballos, pero no puedo decir “este caballo es la caballeidad”. Aristóteles nos dejó el concepto universal y aún estamos con él.

Y Dios dijo, haya luz, y surgió la iluminación de San Agustín, quien dijo: algo de razón tenía Platón, lo que ocurre es que todas las ideas están en Dios como todo creador tiene las ideas de lo que crea. Entonces, dado que todo lo creado participa, de algún modo, de Dios, cuando nuestro intelecto conoce “ilumina” la naturaleza de las cosas, de igual modo que Dios al crear ilumina al mundo con el ser.

Después dijo Dios que haya un firmamento. Santo Tomás, un seguidor de San Agustín y también de Aristóteles, tomó la posta y dijo: ok, ningún problema con que el intelecto ilumina, pero para iluminar y entonces ver cuál es la naturaleza de las cosas, tiene que pasar por la cosa singular y a partir de su imagen sensible captar en ella su naturaleza, por medio del intelecto activo, que ilumina, que es el intelecto “agente”.

Todo bien, pero entonces Santo Tomás tuvo que reconocer obviamente que el concepto universal no se identifica con la cosa concreta, que es singular. No, pero la naturaleza está totalmente en la cosa concreta. Juan es, por ejemplo, totalmente humano, aunque la humanidad no se reduce a Juan. Por ende, aunque lo creado es el fundamento último del concepto universal, el fundamento próximo es la capacidad del intelecto para predicarlo de muchos, predicación que está en el intelecto y no en la cosa.

Llegado este punto, Santo Tomás distingue entre intelecto y cosa, obviamente, porque dice que toda cosa creada está entre dos intelectos: el de Dios que lo crea y el del ser humano que lo conoce. El intelecto humano no lo hace ser, lo hace ser la creación de Dios. En ese sentido Santo Tomás y todos los medievales son realistas. Pero corren el riego de la pregunta de cómo sabemos que el concepto universal conoce a las cosas reales que están fuera del intelecto. No se hacen la pregunta, sino que presuponen ya que las cosas conocidas por nosotros son reales, porque ellos piensan que ven cosas creadas por Dios. Pero entonces Santo Tomás distingue entre dos signos: el signum quod, la cosa real, y el singum quo, aquello por lo cual conocemos a la cosa. Esto último no es una cosa más, no es otro objeto conocido, sino aquello por lo cual conocemos la cosa singular y su naturaleza. O sea que cuando a Santo Tomás sus frailes hermanos le dijeron que una vaca estaba volando (es verdad J) su manera de explicarlo fue: conozco que esa vaca es esa vaca pero la distingo de un pez porque conozco su naturaleza por medio del concepto universal. “Por medio de”. No “en el medio” de la inteligencia y la cosa. Esto fue muy ingenioso. Santo Tomás no pensaba en

 

Intelecto ----------------- concepto universal ----------------- cosa singular,

 

Porque en ese caso el concepto universal hubiera sido un tercero en discordia “entre” el intelecto y la cosa singular. Sino que pensaba en esto:

 

A line drawing of a triangle

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Donde el signum quo (aquello “por lo cual” conocemos la cosa) era en parte el concepto universal.

 

Después dijo Dios: broten los escolásticos. Y ellos llamaron a esto signo formal.

Pero entonces la cosa se complicó. No terminaba de queda claro hasta qué punto el signo formal podía evitar el escepticismo de pensar que lo realmente conocido es ese signo formal y no la cosa. Estamos ya en pleno s. XVI.

Luego dijo Dios: haya lumbreras en el firmamento. Y así fue: vino la res cogitans y la res extensa. Porque Descartes, fiel a su estilo, cortó las cosas con su guadaña. No, no podemos estar seguros de que el sujeto, el ser pensante, conozca al objeto, las cosas reales.

 

O sea, Descartes quiso responder a este peligro:

 

Sujeto ---------------------------------- idea ------------------------------- realidad (objeto)

 

Donde la idea fuera un muro entre el sujeto y el objeto.

Entonces dijo algo que se discute ad infinitum si fue muy diferente a San Agustín: Dios nos garantiza que la idea corresponda a una cosa real (que en Descartes ya se identificaba con el universo físico-matemático copernicano).

 

O sea:

 

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¿Y Dios, a su vez, cómo se demostraba ante los escépticos? ¡Uf! Con una demostración llamada argumento ontológico que se debatirá ad infinitum, de vuelta, si es lo mismo en Descartes o en San Anselmo, y si estos dos remiten a San Agustín. Pero la cosa era más o menos así: tengo la idea de un ser perfecto, luego nada le puede faltar, luego la existencia tampoco, luego existe. Lo interesante era que eso, a Santo Tomás, no le había gustado nada de nada.

Después dijo Dios: pululen las aguas, y vino un tsunami. Porque Hume dijo: gente, no se puede demostrar, así ni de ningún otro modo, que Dios existe. Luego si ese Dios es la garantía de que conocemos algo de la realidad, entonces… Se acabó todo. NO hay conocimiento filosóficamente fundado, más allá de nuestras creencias cotidianas al respecto.

Luego dijo Dios: produzca la tierra seres vivientes, y vinieron las categorías. Y vino Kant y dijo: no, no nos podemos resignar al escepticismo otra vez. Hay un mundo, sí, más allá de nuestra mente (como el sujeto que piensa en Descartes, que no era lo mismo que el intelecto en Santo Tomás), pero no lo podemos conocer “como es en sí mismo” más allá de cómo nuestra mente lo organiza. ¿Lo organiza? Si, la mente es como un D.O.S, como el microprocesador incorporado, “a priori” del contacto sensible con las cosas. Y los sentidos son como el tablero de la compu. Si no hay una compu previa a que yo escriba, no aparece nada en pantalla.

Se acabó la cosa en sí. Definitivamente no conocemos al mundo como realmente es. Por lo demás, si querés creer en Dios, dale, pero no lo podés demostrar, tampoco.

Pero Kant agrega algo que quedó hasta hoy: lo verdaderamente científico son la Física y las matemáticas.

Cuando dijo eso, el paradigma de Newton ya estaba consolidado.

Pero Newton no era kantiano. Newton pensaba que su mecánica era, sí, el mundo en sí mismo, creado así por Dios. Había heredado el realismo exagerado de Galileo, por el cual el sistema copernicano era el mundo físico como verdaderamente era y había sido creado tal por Dios. Un mundo matemático, además. Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, todos ellos eran neopitagóricos cristianos que pensaban que Dios había creado un mundo físico perfecto y matemático, y que finalmente el ser humano lo había podido conocer tal cual es.

O sea que la idea de la cosa en sí se conservaba en Newton, y por ende en la ciencia, que era casi lo mismo.

Después dijo Dios: hagamos al mundo a semejanza del hombre. Y vino un genio matemático llamado Laplace y, casi como Hume, dijo: la hipótesis de Dios ya no es necesaria. Sí, el mundo es como Newton lo dice, pero no está creado por Dios. La ciencia no necesita de Dios. El mundo físico es totalmente autónomo. Se explica a sí mismo.

Pero cuidado, porque Hume había quitado a la ciencia que fuera un conocimiento “necesario”: la ciencia no podía llegar a conclusiones sobre cómo es necesariamente el mundo.

Entonces dijo Dios: que sea John Stuart Mill, y fue. Mill y sistematiza el método científico, por el cual, supuestamente, tenemos un modo de demostrar casi con certeza, mediante el método experimental, las hipótesis científicas.

Entonces el hombre descansó. Todos tranquilos de vuelta, porque la cosa en sí, y su certeza, se mantienen, pero parapetadas en la ciencia. La ciencia termina siendo finalmente aquello donde nos liberamos de nosotros mismos. Es lo totalmente objetivo, sin sujeto, porque el método experimental no tendrá la belleza de la poesía, pero nos libra totalmente de nuestras interpretaciones subjetivas.

Llegado este punto, se consolida culturalmente lo que hemos llamado el paradigma de la información. Surge un pequeño tumor maligno que cada vez es menos pequeño: la separación entre humanidades por un lado, y ciencias por el otro.

Las humanidades son muy bonitas. Qué culto que es debatir sobre la interpretación de tal cuento de Borges; qué fascinante es asistir al debate entre dos grandes teólogos; que genios los que dominan toda la historia de la filosofía; qué sensibilidad artística e intelectual la que debe tenerse para debatir sobre historia de la pintura, de la literatura y de la música; que profundas las implicaciones de las interpretaciones de las legislaciones, las escrituras sagradas o la historia, PERO todo eso es……………… Subjetivo. Finalmente nunca se va a saber, como me preguntó una vez alguien, “cómo es la cosa” (¿en sí?). Pero, en cambio, esos debates, en las ciencias, se terminan. Si, te dice siempre, con su mirada, el ingeniero: no seré tan culto como vos, pero yo estoy en los hechos. Lo mío es objetivo, no tiene interpretaciones. No te gustará la Física y sus números, pero allí las opiniones, por más cultas y elaboradas que fueren, ya no cuentan. Física, Química, Astronomía, Biología y aledáneas:  sí, de vez en cuando hay algún debate, de vez en cuando falta precisar algo, pero finalmente el objeto se des-cubre y la cosa ya es definitiva. Y el lenguaje es informativo. Los manuales de ciencias te informan sobre cómo es el mundo. Por eso lo que tienes que hacer es entenderlos, sí, pero sobre todo repetirlos, “dominar el paradigma”, sin ningún agregado bonito de tu parte. La estética ya no importa. Es el ámbito de los facts. Y si quieres inventar algo, ¿quién te creés que sos, Howking? Y si estás en ciencias sociales y quieres que sean “científicas”, llénalas de datos, estadísticas, casos empíricos, porque sólo así te acercarás a lo objetivo y dejarás de confundirte con los filósofos.

No vamos a reseñar ahora toda la historia del positivismo y el neopositivismo. Deberíamos comenzar con los filósofos pre-iluministas del renacimiento[1], deberíamos seguir con el iluminismo del s. XVIII, con el “espíritu” de On Logic de J.S.Mill en el s. XIX[2], con el realismo anti-kantiano austríaco y alemán que se da en Frege, Bolzano, Brentano, como antecedente del realismo más bien “fáctico” de la mayoría neopositivistas del Círculo de Viena[3]. Habría mucho que decir sobre cómo todos ellos adaptaron la famosa definición de Aristóteles de la verdad, conviertiéndola en la adecuación con los hechos, y cómo todo ello comenzó a caer con la crítica heideggeriana a la verdad como adecuación[4], produciendo ello la reacción post-moderna donde toda noción de verdad cae y es sustituida por la coherencia interna de los pequeños relatos[5].

Pero no es este un libro de historia de la Filosofía. Lo que pretendemos es sólo mostrar que todo esto consolida culturalmente –o sea, pasa al lenguaje cotidiano y a los horizontes cotidianos de pre-comprensión del mundo- la diferencia entre sujeto, objeto, objetivo, subjetivo, hecho, interpretación, y la verdad arrinconada en el objeto, en lo objetivo, en los facts.

 

2.      Cosa de otro mundo.

Se debatirá ad infinitum la interpretación de qué es lo que Husserl quiso decir y qué parte de su obra es la principal. Que si fue realista al principio, que si fue idealista trascendental después, que si la intersubjetividad la vio tarde, que si la había visto antes, que con el mundo de la vida estaba corriendo a su discípulo Heidegger, que si estaba preparando una nueva metafísica que no llegó a escribir, que si fue un mero cartesiano, etc. No vamos a dirimir ahora esos debates. Sólo diremos que, para nosotros, el giro hermenéutico se produce con su noción de mundo de la vida.

La noción de mundo de la vida fue (y es) un aporte ontológico y gnoseológico de Husserl que permitió superar la dicotomía sujeto-objeto. Fue el único que lo hizo SIN la necesidad de caer en el idealismo absoluto de Hegel ni en el post-modernismo fruto de una decodificación NO aberrante de los textos de Heidegger. Lo hizo, además, manteniendo una noción de “objetivo” como “sentido” NO reductible a la arbitrariedad del sujeto. Pero lo hizo manteniendo lo mejor de la filosofía moderna: el paso por el sujeto.

Siempre que tengamos la idea de un objeto “en frente” del sujeto (aún en el caso de que digamos que el objeto es “evidente” como hace Gilson) se plantea el problema del puente: ¿cómo estamos seguros de que el objeto conocido es real? ¿Cuánto conocemos del objeto? ¿Con qué conocemos al objeto?

 

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Gilson y casi todos los tomistas respondieron (NO Santo Tomás) “que el objeto es evidente” pero como respuesta a una pregunta ya planteada. La originalidad de la noción de mundo de Husserl es que evita plantear la pregunta.

Mundo no es “mundo físico”. Ya no hablamos del arbolito, de la nube, del sol, como las cosas físicas de las cuales hacer abstracción de la esencia, ni tampoco hablamos del mundo geométrico como res extensa que Dios nos permite ver sin engaños.

Mundo, ahora, es inter-subjetividad.

ESE es el “giro ontológico” fundamental, ese es el cambio en la noción de realidad como primera conocida.

En la intersubjetividad, lo que emerge como lo primero conocido, como id quod primum cadit in intellectu es el otro, el otro humano, corpóreo (por eso también es la cosa física en estado de unión con el cuerpo).

O sea, es el otro sujeto aquello cuyo ser no puedo negar, y cuya naturaleza conozco al menos en parte, porque no puedo negar su humanidad, porque es algo humano.

Y no puedo negar la existencia y la naturaleza humana del otro porque el otro (el rostro sufriente del otro, Levinas[6]) me demanda existencialmente.

Y es quod primum cadit porque es más evidente algo cuanto más está en acto, y la espiritualidad del otro, que se devela en su demanda existencial, es más evidente que cualquier cosa física no humana.

¿Y cuál es esa demanda existencial?

Esa demanda existencial consiste en que el otro me pone inexorablemente en una disyuntiva ética: o lo trato como un tú, otro, esto es, o lo trato como un ser humano que como tal no puede reducirse a una mera x a mi servicio, o no.

Si no capto esa demanda existencial, es que estoy en existencia in-auténtica (Heidegger), en neurosis noógena (Frankl), en dis-tracción existencial (Quiles).

En ese sentido, toda la evidencia, toda la verdad, toda la certeza que desesperadamente ha buscado la filosofía, está en la parábola del buen samaritano.

El ser humano herido por los ladrones es el camino del filosofar. No decimos punto de partida para evitar los “fundacionismos” pero sí es el camino. El herido por los ladrones es ser humano: conocimiento de algo de la naturaleza, gnoseología.  Existe como otro distinto de mí: gnoseología y ontología. Es ser humano: antropología filosófica. Es ser humano corpóreo: filosofía de la naturaleza. Demanda mi ayuda (aunque no la pida): ética. Existe como ser humano individual (ontología). No forma parte de un espíritu absoluto (ontología). No es parte de Dios (ontología).

La demanda existencial es la clave. La evidencia de la existencia del otro y de la naturaleza humana del otro se ve en que me está poniendo en un compromiso ético y existencial: o lo respeto como persona o no. Desde luego, eso surge con el horizonte judeocristiano, pero no implica que no se pueda dialogar con un no cristiano, especialmente si el no cristiano es el herido, despojado, abandonado y abatido.

Con el otro, las distinciones habituales de la filosofía se re-ubican. Todo coincide en el otro, como el camino central (no digo el inicio) del filosofar, que no es más que pasar de la inmadurez existencial a la existencia auténtica. La filosofía es madurez, es despertar al llamado del otro.

Lo podríamos mostrar de este modo:

 

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Esto NO implica que la noción de mundo de la vida se identifique con la relación yo-tú. Puede haber mundo de la vida donde el otro sea alguien que nos es indiferente o un enemigo. El mundo de la vida puede habitarse con actitud no-teorética. Pero lo que nos hace pasar del mundo de la vida a la actitud teorética, al filosofar, a la conciencia del otro como persona y todo lo que ello implica, es cuando tomamos conciencia de que el otro es un tú. Por eso la filosofía es madurez, por eso la filosofía se convierte en sabiduría, por eso la filosofía despierta con la parábola del buen samaritano y no de casualidad, en la Providencia, la máxima madurez a la cual pudo llegar el pensamiento humano sin Cristo fue pocos siglos antes de la llegada de Cristo, para ser inmediatamente hecha síntesis con El.

La intersubjetividad, así planteada, supera el problema del puente. Lo hace desaparecer. Ya no se trata de sujeto-objeto, sino de sujeto-mundo. El sujeto (la persona) ya no tiene que cruzar un puente para llegar al objeto, porque lo real no está enfrente, sino que lo real máximamente conocido (lo intersubjetivo), “está en él”. Este es el sentido de “estar en el mundo”. El sujeto (la persona) está en el mundo. Está en su mundo de la vida, lo habita. Yo puedo tener dudas sobre una casa que no habito, pero no sobre la casa que habito, la “casa existencial”, que es el mundo de la vida (lo que Ortega llamó “yo y su circunstancia” y que fue magníficamente tratado como “filosofía de la vida” por Manuel García Morente[7]).

O sea: si nos manejamos con la noción sujeto-objeto, el sujeto siempre tiene que “cruzar hacia” el objeto, y el problema fue que el puente tendido por Descartes fue hundido por Hume y tal vez bien hundido:

 

Sujeto ---------------------------- (puente) -------------------------------------- objeto.

 

Terminado el puente, adiós al objeto.

 

Pero en cambio, en el mundo de la vida se “está”, no hay nada hacia dónde ir. No hay que cruzar a otro mundo para saber que se está en el propio:

 

 

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Desde el mundo de la vida, las nociones tradicionales de conocer, entender e interpretar cambian.

Dado que la persona “vive en”, “está en” su mundo, entonces lo conoce. Si yo le pregunto a alguien “háblame de algo de tu vida”, y me habla de su club de teatro, dado que lo vive, lo conoce, y dado que lo conoce, puede hablar de él.

Conocer es por ende “vivir en”, un resultado volitivo e intelectual inmediato de “ser en el mundo”. El que está en su mundo, lo conoce. No es una materia que hay que dar, no es un paradigma que hay que repetir, no es la lista de emperadores romanos que tal vez no tengan nada que ver con (bien o mal) el mundo de alguien (y NO estamos hablando ahora de historicidad). Por eso el que meramente repite no conoce, pero el que conoce, recuerda.

Entonces el que conoce, entiende, esto es, capta el sentido. Si me habla de su club de teatro, capta el sentido de “teatro”, aunque no lo pueda definir in abstracto o aunque careza de conciencia histórica. Pero capta algo de la esencia del teatro, capta algo del “qué es”. Más adelante hablaremos de la captación histórica del sentido.

Y en ese sentido, interpreta, esto es, capta el sentido desde, a partir de, su mundo.

ESTA es la revolución copernicana con el “interpretar”, ESTE es el giro hermenéutico.

Interpretar ya no es, entonces, “algo sobre algo”, una operación intelectual adicional sobre un “dato”, un “fact”. Interpretar es la captación del sentido (luego veremos que “histórica”) desde y en el mundo de la vida. Y no es una segunda operación intelectual, no es una opinión o apreciación adicional, porque lo primero que se capta es ese mundo de la vida.

Para seguir el famoso y didáctico ejemplo de Shutz[8], la disposición física de los instrumentos (bancos, escritorios, etc.) en una clase, una ceremonia religiosa o un juzgado, es la misma. Lo que “hace ser” a cada una de esas tres relaciones intersubjetivas en lo que son es, precisamente, la intersubjetividad, los diferentes roles mutuamente asignados por las tradiciones (cristalización de las intersubjetividades). Son las relaciones diversas entre las personas las que hacen que un aula sea una clase, un juzgado o una ceremonia religiosa, cuando, sin embargo, las cosas físicas (techo, paredes, piso, bancos) son las mismas.

Y lo primero que el ser humano vive y entiende es esa intersubjetividad. “Estoy en una clase” es una obviedad para el habitante de ese mundo que no tiene que ser dicha o repetida excepto que un no-habitante lo pregunte (“¿dónde estás?”). Por lo demás (ya profundizaremos en ello) allí aparecen la verdad y la realidad como esencialmente ligadas al mundo de la vida. Si alguien no cree que estás en un aula, ¿no repetirías, entonces, que “sí, es verdad que estoy en un aula”? Y si es verdad, ¿no es porque es real que estás en un aula?

O sea, la relación intersubjetiva es real. Las personas reales, y sus fines y relaciones mutuas, son lo que le dan realidad.

Por ello, la oposición entre lo real y lo cultural, lo natural y lo cultural, no tiene sentido. En el ser humano, lo natural es que sus mundos sean su cultura. La naturaleza humana se despliega en intersubjetividades que llamamos religiosas, políticas, educativas, artísticas, etc., siempre. Pero son diversas. Lo humano se despliega en diversas culturas, porque lo humano “es” intersubjetividades históricamente desplegadas. Y como el ser humano es un cuerpo humano, lo corpóreo es cultural. No es que lo natural sea comer y lo cultural, hacerlo con cubiertos. No, el ser humano como de diversos modos intersubjetivos, siempre. Esos diversos modos son lo cultural y por ende con-comitantes a su naturaleza biológica, que nunca se da “no humanamente” sino “humanamente” a través de sus mundos de la vida. Y lo mismo con su descansar, con su protegerse de la naturaleza no humana, con su reproducción.

El ser humano no “construye arbitrariamente” a sus mundos de la vida. Se encuentra ya en ellos. Puede “mudarse de mundo”, puede intentar cambios, puede hacerlos progresar moralmente, pero no los crea arbitrariamente. Si estoy cenando con unos amigos no puedo decir que estoy como testigo en un jurado, y si estoy como testigo en un jurado no puedo decir sin mentir que estoy cenando con unos amigos. Puedo ser una presencia disruptiva en un mundo, pero si lo soy, es que había un mundo que no puedo irrumpir sin consecuencias. Puedo estar en una clase y ponerme a tomar sol como si estuviera en una playa, pero mi acción es disruptiva. Puedo estar tomando sol en una playa con mis amigos y ponerme a dar clase como si estuviera en una clase, pero mi acción es disruptiva. Puede ser que esté moralmente bien ser disruptivo, pero la clave es que el ser humano no crea los mundos como se crean los mundos de la holocubierta del Enterprise. Suponer esto último es el escepticismo post-moderno; suponer lo contrario es Husserl y, como veremos, Gadamer.

 

3.      El conocimiento del famoso arbolito.

Los manuales de teoría del conocimiento tienen una especial predilección por el ejemplo del árbol como el objeto conocido del cual se debate ad infinitum su posibilidad de ser conocido (realismo, escepticismo), origen (racionalismo, empirismo), su esencia (lo mismo de vuelta…), etc.

Y así el arbolito se ha hecho famoso. Que lo conocemos porque antes hemos conocido su esencia en el topós huranós de lo verdaderamente real. O lo conocemos porque el intelecto agente capta su esencia a partir de un proceso de abstracción. O que se encuentra entre dos intelectos, el divino y el humano. O que conocemos este o aquél árbol, pero la arboleidad no existe. O que la esencia del árbol es matemática y sólo así puede ser conocida. Que no, que no conocemos nada, que el verde y el marrón y el tamaño y etc. se dan sólo en un sujeto que a su vez es un ilusorio foco de percepciones a su vez ilusorias. Que no, que conocemos la síntesis entre sus intuiciones sensibles y las categorías. Que no, que el árbol es parte del despliegue del espíritu absoluto. Que no, que sólo la ciencia puede conocer al árbol. Que sí, que podemos conocer el noema del árbol. ¿Y el árbol qué opinará?

La cuestión es que todo ello es el largo camino que la filosofía occidental ha recorrido tratando de lograr el conocimiento de algo físico, “objetivo” que “nada” tenga de contaminado de nuestra subjetividad.

Pero ya hemos visto que la intersubjetividad no es una arbitrariedad, sino aquello humano real en lo cual primero habitamos.

Y desde allí, allí, en la intersubjetividad, conocemos (interpretamos) algo de la naturaleza del árbol, y ya no hay cosa en mí como subjetiva y arbitraria, o en sí como objetiva y “fuera” de lo humano. Hay algo de la naturaleza de la cosa física conocida en el mundo de la vida.

Lector, ¿cómo sabes que el arbolito no es Dios?

Si eres un científico agnóstico, me dirás, por supuesto que no es Dios, y si quieres te doy una clase de biología.

Si eres un científico creyente, también me dirás que no es Dios, y me darás una clase de bilogía y teología mostrándome su no contradicción.

Y si eres un religioso fanático, me dirás que cómo se me ocurre comparar a Dios con el mísero arbolito.

¿Pero cómo saben los tres que el arbolito no es Dios?

Porque, lo quieran o no, habitan un mundo judeo-cristiano donde creyentes y no creyentes comparten que el mundo físico no se identifica con Dios.

Pero si habitaras un mundo sintoísta, me dirás “¿y por qué un arbolito no puede ser un dios?”.

Y ese es, precisamente, otro mundo.

Por ende, las cosas físicas son conocidas humanamente, en el mundo de la vida que habitamos.

Pero ello no quiere decir que el mundo de la vida oculte totalmente su naturaleza, sino que conocemos de esa naturaleza sus aspectos humanamente cognoscibles.

¿Qué es un río sino aquello que da vida y fertilidad, que te calma la sed y te protege del calor? ¿Qué es sino aquello que cuando crece hay inundación y cuando decrece hay sequía? ¿O qué es el agua sino el río Nilo y fuente de vida o una botella de agua que compras en un supermercado?

Pero todo ello, en relación a lo humano.

Pero esas relaciones hacia lo humano (y lo mismo con todas las cosas de la naturaleza) son posibles porque hay “algo desde la misma naturaleza física” que produce esos efectos en lo humano. El fuego quema, el agua no, porque es fuego y no agua.

O sea:

 

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¿Y la ciencia? ¿No es la ciencia el conocimiento “objetivo” del árbol, SIN el mundo de la vida? No, porque lo que los occidentales llamamos ciencia es un largo, delicado y único fruto del mundo de la vida occidental. La ciencia no es lo que vemos sino lo que una larga serie de autores nos han convencido de que veamos. Ha sido y es fruto de trata de conocer cómo serán las cosas en sí mismas independientemente de nosotros. Y como ello es imposible, las respuestas que obtenemos son provisorias y conjeturales[9]. La ciencia es entonces menos certera que el conocimiento de las cosas físicas en el mundo de la vida. Tanto en el antiguo Egipto como hoy, si veo un árbol en medio del sol NO me equivoco si supongo que tendré menos calor sentado a su sombra. No sé casi nada de por qué, pero lo sé. Sé que las ramas y las hojas del árbol tapan un poco la luz del sol y que con ello la temperatura es menor, estoy seguro de eso, pero si quiero saber más cosas, las sabré, pero el precio será que mi certeza será menor. Sí, hoy nuestros conocimientos más avanzados nos dicen que las hojas del árbol hacen fotosíntesis pero ello depende de teorías atómicas que seguirán evolucionando y cambiando. Pero no cambiará que sentado a la sombra tendré menos calor. Y menos aún cambiará que no debo asesinar a otro ser humano, cuya humanidad conozco porque me mira como un tú, no por su conjetural ADN.

O sea, si agregamos lo anterior,

 

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Con el agua, el ejemplo es mucho más clara (mutatis mutandis a todos los elementos de la naturaleza). Para un mundo de la vida humano, el agua es “lo que calma la sed”. Pero, a su vez, calma la sed porque es algo tal que al ser humano puede calmarle la sed. O sea que conocemos “algo” del agua: lo humanamente cognoscible. ¿Y la famosa H2O? Ah, fruto del atomismo, que fue, es y será una de las mejores conjeturas de la ciencia occidental (no hay otra, aunque los occidentales “la exporten”).

O sea:

 

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La flecha de derecha a izquierda señala “el algo de la naturaleza de la cosa” que a su vez es “humanamente conocida”, y esa es la flecha de izquierda a derecha. Lo cual supera el debate de la cosa en mí o la cosa en sí, excepto que por “cosa en mí” entendamos inter-subjetividad y por “cosa en sí” el “algo de la naturaleza” de la cosa (totalmente acorde con la “quidditas rei materialisen estado de unión con el cuerpo (leib, cuerpo humano) de Santo Tomás (“leib” es “cuerpo viviente” en Husserl).

 

Pero entonces, ¿no hay posibilidad de resolver “objetivamente” si el arbolito es Dios o no es Dios? “Objetivamente” no, si por ello se entiende “ver el arbolito” SIN un mundo (humano) de la vida. Filosóficamente, claro que sí: todo es cuestión de resolver filosóficamente el creacionismo. O sea, la clave allí es la apologética racional de la creación del Judeo-cristianismo. ¿Qué eso es difícil? Claro, los problemas más difíciles de la vida humana no se resuelven con “facts” sino con teoría (Husserl), con una filosofía que conduzca a la armonía razón-fe (Santo Tomás). Y NO se resuelven con facts porque, como vimos, los “facts” SIN mundo de la vida son imposibles. Pero ello es una mala noticia sólo si el positivismo nos sigue atravesando. Si no, es una excelente noticia: hay que ir a la filosofía…

 

¿Y los artefactos? Más aún. Desde el arco y la flecha, hasta la computadora y las naves espaciales, todos esos “arte-factos” tienen sentido sólo desde el mundo de la vida donde fueron construidos. El “para qué son” los define. Por eso el misterio de las pirámides no es tanto cómo fueron construidas, sino qué eran…

Por lo tanto, tres son los elementos del mundo de la vida:

a)      Los directamente culturales, que se identifican con él mismo. Ellos son “lo” político, religioso, artístico, educativo, económico… Todos ellos tienen esas manifestaciones, aunque a veces esas distinciones son retrospectivas (por ejemplo en las civilizaciones míticas antiguas no había distinción entre lo político, lo religioso y lo científico: esos tres ámbitos fueron distinguidos luego por la evolución del mundo de la vida judeocristiano…).

b)      Los elementos físicos que dependen de la acción humana: artefactos y objetos artísticos, cuyo sentido se interpreta a partir de a,

c)      Los elementos físicos que NO dependen de la acción humana pero que son humanamente conocidos desde el mundo de la vida. Ese conocimiento humano, no por humano es arbitrario, ni “relativista” en el sentido escéptico del término. Es un conocimiento que conoce aquellos aspectos de la naturaleza de las cosas físicas que sean humanamente cognoscibles y relevantes. Y es un conocimiento con certeza porque tiene la certeza de los usos prácticos de los mundos de la vida, inmediatamente evidentes para los habitantes de cada mundo en particular. A su vez, el conocimiento científico es más complejo, más elaborado, pero menos evidente y menos certero: depende de un modo de conocer que evoluciona por “conjeturas y refutaciones”, por “cambios de paradigmas”, por “programas progresivos de investigación”, que se ha dado exclusivamente en Occidente aunque otras culturas hayan copiado sus usos técnicos.

 

Y esos tres elementos implican un acto directo de conocimiento que es igual a interpretar: conocer lo que se vive en el mundo de la vida. Un interpretar que no es un acto arbitrario de la inteligencia sino que es su acto propio: conocer es entender, entender es interpretar. ESE es el giro hermenéutico. La hermenéutica no es más “algo sobre algo”, algo subjetivo sobre algo objetivo. Es el conocer humano, sobre la base de un giro ontológico: id quod primum cadit in intellectu est mundo, mundo de la vida.